La isla de El Hierro es la más
pequeña y suroccidental del archipiélago canario. A pesar de su reducida
extensión (268
kilómetros cuadrados), es una isla muy escarpada, con
altos desniveles y acantilados, por lo que sus costas carecían hasta hace poco
de puertos y refugios costeros y las comunicaciones en el interior de la isla
estaban limitadas hasta hace poco tiempo a pistas de tierra y caminos de cabras
difícilmente transitables. Todo esto ha contribuido al aislamiento y a que se
calificara a lo largo de la historia como “la isla abandonada”. Además, es la
isla menos poblada del archipiélago (algo más de 10.000 habitantes).
A lo largo de su historia la isla ha
estado caracterizada por ser un territorio eminentemente pastoril y ganadero,
con una economía basada en la agricultura de subsistencia (papas, cereales,
viñas e higueras) y en el desarrollo de la ganadería (principalmente cabras y
ovejas).
Este aislamiento respecto del resto
del archipiélago y el resto del mundo ha sido el responsable de que la isla
conserve sus más ancestrales tradiciones, con un enorme grado de pureza,
incluyendo costumbres, instrumentos musicales y géneros folklóricos ya casi
desaparecidos en otos lugares del archipiélago. En este sentido, la Bajada de la Virgen constituye una
ancestral danza de camino que se originó en el siglo XVII como consecuencia de
las rogativas de los pastores, que imploraron a la virgen de Nuestra Señora de
los Reyes que cesara la sequía. Los herreños han conservado este voto y la Bajada hasta hoy, de manera
que constituyen el elemento de expresión de identidad y de valor cultural más
arraigado en la sociedad herreña (Rodríguez, 2008).
Así se celebra la fiesta insular por
antonomasia, La Bajada
de la Virgen
de los Reyes desde su Santuario de la
Dehesa hasta el templo de la Concepción en Valverde,
se celebra cada cuatro años en el mes de Julio. En esta fiesta -que data del
año 1745 y, como se ha dicho, nace corno rogativa frente a la sequía y la
langosta- se realiza un recorrido de cuarenta kilómetros sobre antiguos
senderos de pastores, con el protagonismo de la danza que no cesa en todo el trayecto
al son de los pitos, los tambores y las chácaras o castañuelas. El trayecto
está dividido en rayas que marcan los antiguos límites de los pueblos de la
isla (Barlovento, Valverde, El Golfo, Azofa, Sabinosa y El Pinar). Los
bailadores iniciadores son los pertenecientes a Sabinosa. Cada pueblo con su
alcalde pedáneo, bailarines y Santo Patrono, esperan en su raya la llegada de la Virgen. La música actúa como un
elemento unificador de las fiestas con el baile procesional, sonando al
paralelo –no al unísono- diferentes flautas traveseras denominadas “pitos”, que
tradicionalmente no se afinan ni preparan de acuerdo con una pauta determinada
o uniforme, sino que se adaptan a las manos de quien las toca.
La flauta herreña o pito
El pito herreño es un instrumento musical de viento
constituido por un tubo en el que se disponen seis agujeros de digitación en la
parte delantera más un agujero de mayor diámetro, normalmente ovalado, que hace
de embocadura. El extremo superior del tubo está cerrado con un tapón de corcho
que sirve para afinar el instrumento. Se sostiene con la barbilla y los dedos
pulgares de ambas manos, colocándose de forma travesera.
De acuerdo con Padrón (1997), el pito
herreño está compuesto por un tubo de 1'5 a 2 cm. de diámetro y 50 cm. de longitud, una
boquilla de 10 mm
y 6 agujeros en línea de 7 mm.
y un tapón de corcho (en el interior del tubo). No obstante, la distancia entre
agujeros es de unos 2 cm.,
excepto entre el tercero y cuarto, que es de 3 cm.
El sonido se produce al soplar y
dirigir una fina columna de aire contra el borde opuesto de la embocadura o
bisel del tubo –igual que cuando se produce sonido soplando sobre el cuello de
una botella-. Es importante que la emisión del aire vaya acompañada de una
respiración correcta y un control sobre el aire expirado. La escala musical del
instrumento es natural y no presenta alteraciones; permite el cambio de escala
variando la intensidad de soplo.
En cuanto a sus posibles orígenes, la
hipótesis más plausible, según Rodríguez (2008), está relacionada con la
llegada de los primeros pobladores que desembarcaron en la isla (a mediados del
siglo XV en una primera fase y a mediados del XVI en una segunda). Sin embargo,
no se conoce con certeza la verdadera procedencia de sus pobladores. En
relación al uso de la flauta travesera en la península ibérica, parece que ha
sido más utilizada de forma más asidua en la zona noroeste, principalmente en
Galicia y Portugal, asociada a pastores de ganado. No obstante, tampoco se
puede asegurar que fueron portugueses o gallegos los que trajeron este tipo de
flauta a El Hierro. De acuerdo con Siemens (1977) y Álvarez y Siemens (2005), el pífano, una especie de flauta
travesera utilizada por las bandas militares, dio origen a los pitos de caña
del folklore actual canario.
Por otra parte, una serie de
hipótesis sostiene, de acuerdo con Rodríguez (2008), la flauta a la que el
cantante del tango alude continuamente llamándole “nai” es una reminiscencia
morisca, ya que este es el nombre que reciben distintos tipos de flautas en la
cultura islámica y zonas limítrofes; no se puede descartar que a partir del nai
y al cambiar la posición del instrumento para soplar transversalmente se
originara el actual pito herreño. Este mismo autor señala una tercera hipótesis
que apunta que pudo venir de la zona noroeste de la península ibérica, Galicia
o Portugal (cerca de Cáceres), basándose en el hallazgo de varias voces
recogidas en Portugal, como por ejemplo, redondo,
toque de música que se utiliza en el Baile de la Virgen y también recogido
como baile típico en la mencionada zona; chácara, voz con la que se alude a una
especie de castañuelas utilizadas en El Hierro y La Gomera y también en
Portugal; y también agrupaciones instrumentales similares al conjunto de
tocadores de tambores y pitos que acompañan a la comitiva del baile de la
virgen herreño (Rodríguez, 2008). No obstante, y de acuerdo con este autor, la
existencia del pito herreño está documentada desde 1779 por el coronel teniente
coronel de Milicias de Canarias Juan Antonio de Urtusáustegui, año en el que
visita la isla de El Hierro y describe lo siguiente, refiriéndose a un baile
que se asemeja al actual baile del tango:
“La
noche del día 11 la pasé en la casa del sargento y aquella pobre gente para
manifestar su regocijo, me obsequiaron con una huelga de bailes a su modo, que
desempeñan con mucha agilidad, así hombres como mujeres, especialmente una
especie de contradanza muy bonita, que llaman cruzar el baile a los tres,
compuesto de un hombre que ha de ser ligero y robusto, y de tres mujeres,
muchachas y ágiles, al son de cierto guinso o tambor y flauta, cantando en este
ínterin endechas o corridos con mucha gracia y expedición, aunque en tono
melancólico: esta danza es peculiar en esta Isla y consta de carias figuras
(…)”
En cuanto a la denominación de
"pito", puede tener su origen al hecho de que en un principio los
pitos eran flautas pequeñas, de sonido muy agudo, parecido al de los silbatos.
A lo largo de los años ha cambiado el material utilizado para su construcción;
también ha variado su tamaño (agrandándose y tratando de obtener mayor potencia
de sonido); pero no ha variado su estructura de seis agujeros que, básicamente
sigue siendo la misma, una estructura, por otro lado, muy parecida a las
flautas de caña y madera que se encuentran en la tradición musical de los
pueblos del norte de África (Padrón: 1997).
Cómo construir un pito
De acuerdo con Padrón (1997), el pito
herreño está compuesto por un tubo de 1'5 a 2 cm. de diámetro y 50 cm. de longitud, una
boquilla de 10 mm.,
6 agujeros en línea de 7 mm.
y un tapón de corcho (en el interior del tubo). La distancia entre agujeros es
de unos 2 cm.,
excepto entre el 3º y 4º, que es de 3 cm. Por tanto, para construir un pito,
necesitamos los siguientes materiales: un tubo de plástico o metal (de 50 cm de longitud y 2 cm de ancho), punzón,
sierra, taladro eléctrico, brocas (de 5, 7'5 y 10 mm.), lija fina, tapón de
corcho de 2'5 cm
de ancho y cuchillo.
Primeramente, debemos elegir el tipo
de pito que queremos, es decir, el tipo de material. Padrón (1997) recomienda
empezar con uno de plástico. Utilizaremos para ello un trozo de tubo de 2 cm. de ancho que se puede
adquirir en una ferretería, pero también puede valer algún trozo sobrante o
algún resto de una instalación eléctrica. Se corta con una sierra hasta obtener
un tubo de 50 cm.,
aproximadamente. Posteriormente, se coloca el tubo en la guía de una puerta y
se traza una raya o línea recta a lo largo del tubo, de un extremo a otro con
un punzón, un rotulador, un cuchillo o cualquier cosa que marque sobre el
plástico. Sobre esa línea se hacen los agujeros, para lo cual se debe marcar de
nuevo con el punzón los puntos donde se van a taladrar los agujeros, para que
la broca del taladro no resbale ni se descentre. Hay que hacer siete agujeros:
uno a 9 cm.
de un extremo, que será la embocadura; y seis más que quedarán a 17 cm. del que sirve de
boquilla y a 9 cm.
del opuesto al que hace de embocadura; los siguientes cinco agujeros tendrán
una separación de 3 cm.
entre uno y otro, excepto entre el tercero y el cuarto que tendrán una
separación de 3'8 cm.;
es decir que entre los tres primeros agujeros y los tres últimos se apreciará
una separación un poco mayor. Para algunos constructores de pito esta distancia
es interesante para que la escala resultante no sea totalmente diatónica, que
es lo que da esa particularidad a los toques que se realizan con el pito
herreño (recogido a David Díaz Reyes, tocador de pito, el 15 de agosto de
2008).
El siguiente paso es utilizar un
taladro y una broca de 7'5 mm
(aunque siempre es mejor empezar con otra broca más pequeña, de 5 mm por ejemplo, para abrir
los agujeros y luego, sólo ensancharlos con la de 7'5 mm). Una vez que se hayan
abierto los agujeros con el taladro, obtendremos siete orificios de 7'5 mm; pero ahora interesa
ensanchar el que hace de boquilla y para ello hay que utilizar una broca de 9 o
10 mm.
Ya están hechos todos los agujeros y sólo queda lijarlos tanto por dentro como
por fuera para quitarle las asperezas y pulirlo.
El paso siguiente, antes de afinarlo,
es colocarle un tapón de corcho, el tapón de afinación, se coloca a presión en
el interior del tubo, cerca de la embocadura; por la parte superior (en el
extremo donde está el agujero por donde soplamos) y, una vez que tengamos
dentro del tubo la mitad del tapón, se corta con un cuchillo la mitad sobrante
y se introduce, empujándolo un poco hacia adentro con un tubito pequeño o con
una varilla o palo fino, que se introduce a través del tubo, desplazándolo
hasta su posición correcta, a 4 o 5
cm. del extremo. Es importante que se sitúe de manera
adecuada para que el instrumento esté afinado, para que dé el tono que buscamos.
Ya se puede comprobar si suena, pero el acabado final vendría posteriormente con el afinado.
Ya se puede comprobar si suena, pero el acabado final vendría posteriormente con el afinado.
En cuanto a la digitación, se
utilizan los dedos índice, corazón y anular de ambas manos. El pito se sostiene
apoyándolo en la barbilla o el labio inferior y con los dedos meñique y pulgar
de ambas manos (que son los dedos sobrantes, que no se utilizan para tocar). La
forma de colocar estos cuatro dedos que sujetan el pito es en forma de cuerno o
media luna. Es importante que se coloquen de tal manera que los seis dedos
restantes tapen los agujeros con la yema de los dedos, para obtener mayor
movilidad y soltura. Por eso es también indiferente con qué mano se coja, un
zurdo, por ejemplo, lo hará al revés: “el
pito se sostiene así, con estos tres dedos y estos tres encima de los agujeros
y estos dos debajo [muestra cómo lo coge con los dedos meñique y pulgar por
debajo y en la parte superior del pito, cerca de la embocadura, tiene la mano
izquierda], pero un zurdo lo haría al
revés, aquí no se prohíbe nada” (Jonathan Fleitas, tocador de El Golfo,
recogido el 14 de agosto de 2008).
En el caso de los pitos de caña se
sigue el mismo procedimiento; se rompen los nudos intercanutales con un palo o
una vara que se introduce en el interior de la caña y posteriormente se hacen
los agujeros con un hierro caliente. Por último, se dispone el tapón y se afina
el instrumento.
Cómo hacerlo sonar. Factores que
influyen en el sonido y afinación
El sonido del pito lo determina principalmente el
agujero de la embocadura. Este puede ser grande y casi rectangular, lo que hace
que se pueda se pueda soplar más fácilmente y por tanto obtener un sonido grave
con mucho volumen o por el contrario más pequeño y ovalado, lo que hace que el
sonido sea menos refinado y más difícil de tocar, pero permite mayor control y
mejor sonido. En la sonoridad también influirán la cantidad de material que se
haya eliminado de la embocadura, lo vertical o inclinado que sea el borde, el
grosor de la pared del tubo y el diámetro o ancho interior del tubo. Con
respecto a este factor, los tubos de menor diámetro se utilizan generalmente
para tocar el baile del tango y los de mayor diámetro para tocar el baile de la
virgen (Rodríguez, 2008).
Para sacarle sonido hay que insistir
repetidas veces en la colocación correcta de los labios o de la boca en el
agujero superior o embocadura. Deben unirse los labios (como si se fuera a
pronunciar una /b/) y situar el labio inferior en el borde de la boquilla,
mientras se deja una pequeña apertura entre la parte central de los labios para
que salga el aire al soplar, tratando de que el aire vaya pasando a través de
la embocadura al tubo que hará de conducto hacia la parte inferior donde están
los agujeros en los que colocamos los dedos.
En principio, no hace falta mover los dedos para buscar sonidos musicales; ni siquiera hace falta tapar los agujeros. Únicamente soplar hasta lograr que suene, de manera similar a como se hace cuando se sopla en la tapa de un bolígrafo o en una botella. La presión del aire, cuanto mayor sea, hará que el sonido sea más agudo; normalmente en este tono alto es en el que se suelen interpretar todos los toques del baile de La Virgen. Así se expresa a este respecto Ambrosio Quintana, tocador de pito de Sabinosa, responsable de enseñar a muchos jóvenes de Sabinosa y El Golfo durante los últimos años: “Lo primero que tienen que hacer es soplar, aprender a soplar y soplar y manejando los dedos para que aprendan a moverlos. Cuando ya van soplando, se les enseña a mover los dedos. Lo primero que tienen que hacer es soplar lo debido.” (Ambrosio Quintana; recogido el 15 de agosto de 2008). David Díaz Reyes nos da más detalles de las primeras posiciones: “la primera posición es con tres dedos de una mano y dos de la otra, dejando libre el que está más cerca de la embocadura, porque esa nota es la fundamental, es la octava. Luego con todos los dedos levantados o tres dedos de la mano que está más arriba. Siempre aprendemos por imitación” (recogido el 15 de agosto de 2008).
En principio, no hace falta mover los dedos para buscar sonidos musicales; ni siquiera hace falta tapar los agujeros. Únicamente soplar hasta lograr que suene, de manera similar a como se hace cuando se sopla en la tapa de un bolígrafo o en una botella. La presión del aire, cuanto mayor sea, hará que el sonido sea más agudo; normalmente en este tono alto es en el que se suelen interpretar todos los toques del baile de La Virgen. Así se expresa a este respecto Ambrosio Quintana, tocador de pito de Sabinosa, responsable de enseñar a muchos jóvenes de Sabinosa y El Golfo durante los últimos años: “Lo primero que tienen que hacer es soplar, aprender a soplar y soplar y manejando los dedos para que aprendan a moverlos. Cuando ya van soplando, se les enseña a mover los dedos. Lo primero que tienen que hacer es soplar lo debido.” (Ambrosio Quintana; recogido el 15 de agosto de 2008). David Díaz Reyes nos da más detalles de las primeras posiciones: “la primera posición es con tres dedos de una mano y dos de la otra, dejando libre el que está más cerca de la embocadura, porque esa nota es la fundamental, es la octava. Luego con todos los dedos levantados o tres dedos de la mano que está más arriba. Siempre aprendemos por imitación” (recogido el 15 de agosto de 2008).
Para afinar el pito y conseguir el
sonido óptimo, tenemos que mover el tapón de corcho, aproximándolo o alejándolo
de la embocadura, hasta conseguir la nota nítida y clara: “si no se le pone bien el tapón de corcho aquí [señalando cerca del
agujero de la embocadura] no toca. Y hay que afinarlo bien. Ni parriba ni
pabajo, [hay que colocarlo] para que dé el volteo.” (Ambrosio Quintana;
recogido el 15 de agosto de 2008).
De acuerdo con Padrón (1997), la
música que se interpreta en el baile de la virgen por medio del pito herreño se
mueve u oscila entre ocho posiciones, siendo la principal o la más
característica la más aguda de ellas la que se interpreta con todos los
agujeros tapados menos el que está más cerca de la boquilla. Con esta posición
(que Padrón (1997) la interpreta como DO alto), y manteniendo un pitido seco y
prolongado, se anuncia la venia al pie de la Virgen. La reverencia
que hacen los bailarines se conoce como venia y está relacionado también con el
saludo que hacen los danzantes al iniciar una danza para levantar una imagen;
suele preceder al Santo Domingo. El tocador de pito marca el momento en que los
bailarines han de poner la rodilla en tierra y dar vivas a la Virgen. Todos los
toques comienzan o terminan con este mismo pitido que avisa a los bailarines y
tocadores de que va a empezar o acabar el Baile; así pues, los cambios de
toques se realizan por medio de este toque o llamada de atención (Padrón,
1997). No obstante, conviene aclarar que la longitud de los pitos fabricados en
la isla es variable y oscila entre los 44 y 60 cm. El extremo final del
tubo, que se dispone al final del tapón de afinación, no influye en el sonido
del instrumento; la distancia entre el primer agujero y el extremo inicial del
tubo influye de forma decisiva en la escala musical del instrumento.
De acuerdo con Padrón (1997), los
pitos más pequeños y los grandes reúnen las mismas características comunes en
cuanto a aspectos constructivos, formales y funcionales. El pequeño suele estar
afinado en sol mayor y el grande en Mi, aunque durante nuestra visita e El
Hierro hemos podido escuchar pitos que están más cerca del fa. Los primeros que
se utilizaron en la isla eran pequeños y se caracterizaban por su sonido agudo;
actualmente se usan largos en toda la isla, a excepción de El Golfo, que lo
sigue utilizando de forma casi testimonial. Una de las razones de este cambio
podría estar relacionada con la mayor amplitud y sonoridad del pito largo, la
estridencia del pito chico, así como la cantidad de aire requerida para soplar.
En cuanto a la afinación, como se ha
indicado, los dos tipos poseen afinaciones diferentes; incluso dentro de estos
tipos también varían los afinamientos, dada su rudimentaria construcción. Es
difícil encontrar dos pitos del mismo material que suenen igual, salvo cuando
se fabrican en serie. Incluso de esta forma no van a sonar idénticamente
(Rodríguez, 2008). Hay que tener en cuenta que el diámetro y separación de los
agujeros es diferente, ya que deben de ser de tal medida que permitan ser
tapados completamente por los dedos del tocador, así que va a variar según el
tamaño de la mano de éste.
Tipos de pito
Los diferentes materiales de los que
está hecho el pito también influyen de forma decisiva en el sonido del
instrumento, así como en el mantenimiento:
“Los
de madera ya no se hacen porque sale muy caro hacerlos … Yo juraba los pitos
con una broca que me dejaban pero luego pedí una a Tenerife que no tenía guía…
no me vale la pena… El sonido es un poco más seco en los de madera, los de
aluminio son más claros… El de plástico dura muy poco porque con el calor se
dobla y éstos [los
de aluminio] no” (Ambrosio Quintana;
recogido el 15 de agosto de 2008).
En el caso de los pitos fabricados
con madera y metal, por ejemplo, hay que calentarlos con las manos antes de
tocar. Los pitos fabricados de plástico tienen muy poco mantenimiento y no se
ven afectados por la humedad o la sequedad del aire pero sí por el calor, que
hace que a veces se doblen. En cuanto a los tapones de corcho, se deben revisar
e incluso reemplazar cada dos o tres años (Rodríguez, 2008).
Padrón (1997) nos ofrece una
descripción de los diferentes tipos de pito de acuerdo con el material con el
que están construidos.
-El
pito de madera de loro
Es el pito más antiguo conocido. Para
su construcción se empleaba madera de loro o lauroceraso, que es un árbol de
las rosáceas, de la familia del laurel. Se entiende que empleaban la madera en
la construcción de los pitos porque no había herramientas (taladro eléctrico,
brocas, etc.) para perforar los tubos de metal y hacer los orificios. Por lo
tanto resultaba más accesible utilizar un trozo de palo recto de 40 o 45 cm. aproximadamente (en
este caso de loro) y perforarlo con hierro caliente. En los extremos se ponían
dos aros para que la madera no se abriera. Por efecto de las perforaciones,
quedaba el interior quemado, todo negruzco, lo que hacía que la boca del
tocador se secase rápidamente y se necesitase amorosar su interior con vino o
con agua frecuentemente. El sonido de este pito de madera de loro es más agudo
que los usados actualmente, ya que el tamaño es más pequeño (tanto la longitud,
como el ancho y los agujeros).
-El pito de cobre
Los tubos de cobre también fueron
empleados para la fabricación de los pitos antiguamente. Se dejaron de usar
porque estos tubos, bajo la acción del aire húmedo cargado de ácido carbónico,
se cubren con una capa de hidrocarbonato o cardenillo, muy venenoso. Parece ser
que esto provocaba -según las fuentes orales- que a los tocadores antiguos
"se le cayesen los dientes" o "se les estropease la boca" a
la larga. Un remedio consistía en ponerle alrededor de la boquilla, algún
material plástico para apoyar el labio inferior y evitar el contacto directo
con la boca. No obstante, cuando otros artesanos descubrieron materiales
nuevos, menos nocivos para la salud, cayeron en desuso.
-El
pito de metal dorado
Este pito es el último de los
clásicos utilizados por los tocadores célebres. Estaba dotado de un brillo
particular, metálico dorado, que, después de pulirse, solían exhibir los
tocadores en las fiestas. La particularidad que tenían era que sonaban más
agudos, porque el diámetro del tubo era más pequeño que el que actualmente predomina.
Todavía hay quienes los utilizan entre los mayores; los jóvenes lo rechazan por
su excesivo peso y porque prefieren el sonido más grave de los usados
actualmente.
-El
pito de aluminio
Es menos pesado que el anterior y su
alta sonoridad, su tenacidad y ligereza, lo convierten en un metal perfecto
para la fabricación de un buen pito.
-El
pito negro de plástico
Una ventaja para la utilización de es
que en las recientes instalaciones de electricidad y de fontanería se utilizan
tubos que tienen las dimensiones adecuadas para la construcción de pitos. Desde
siempre los artesanos y tocadores herreños han echado mano de los restos para
su reutilización, y es por eso por lo que se han prodigado los pitos de
plástico negro, cuyas mayores ventajas se encuentran en su fácil y rápida
construcción y en su poco peso. Por el contrario, el excesivo grosor de las
paredes del tubo puede ser un impedimento para extraer un buen sonido del
mismo.
Ulrich Hoyer, alemán afincado en la
isla, construye pitos con características similares a las presentes en la
flauta travesera de orquesta, que se caracterizan por tener placa de
embocadura, disponer los agujeros de forma no equidistante y con diferentes
diámetros. Este pito moderno se confecciona en plástico, de color negro y su
construcción se hace de forma artesana pero con afinador digital para obtener
una correcta escala (Rodríguez, 2008).
-Otros
materiales
Los pitos herreños siempre han
evolucionado de la misma manera que evoluciona la sociedad herreña y con ella
su forma de vivir, sus costumbres y su cultura. A medida que van apareciendo
nuevos materiales, el tocador de pito aprovecha para construir "el
mejor", porque el tocador de pito presume de tener un buen pito, que suene
bien y que se distinga de los demás. Así que se construyen pitos de todas
clases: el pito de caña, el pito de hierro niquelado hecho con la pata de una
silla o una banqueta; el pito que se reconstruye sobre la base de cualquier
flauta de música: sudamericanas, clásicas, etc.
De acuerdo con Padrón (1997), entre
estas flautas reacondicionadas destaca una que ya es historia: la flauta de
Mariano, tocador ya fallecido, que ha dejado huella entre los tocadores. Tenía
un pito negro, precioso, que, en realidad, era una flauta travesera adaptada a
las características formales del pito herreño. Decía que se la habían mandado
Venezuela y él mismo anuló los agujeros que le sobraban, taponándolos con
poxipol, para convertirlo en un pito herreño único: "La flauta de
Mariano". Tenía una caja de resonancia envidiable y la distancia que
separaba los agujeros era mayor que la convencional, lo que hacía que nadie que
no fuera él mismo, pudiera tocar perfectamente con su flauta. En definitiva, un
pito hecho a su medida, sólo Mariano era capaz de hacerlo sonar de verdad.
Cuando sonaba la flauta de Mariano (que era el único pito herreño conocido con
género femenino) pocos eran capaces de
seguirla y, si la dejaban sola, mucho mejor, ya que él solo se bastaba para hacer
vibrar a los tambores y animar a los bailarines.
La bajada y el baile de la virgen
De acuerdo con Padrón (1977), para
hablar del "pito" herreño hay que hablar del "Baile de la Virgen"; y para hablar
del "Baile de la Virgen"
es indispensable hablar de "La
Bajada de la
Virgen de los Reyes", porque constituye el verdadero
escenario donde se muestran todos los toques de pito del Baile de la Virgen. No obstante, Rodríguez
(2008) puntualiza que el pito, en ocasiones, también tiene otros usos fuera del
baile de la virgen. Ejemplo de ello es el tango herreño, del que hablaremos
después, pero también servía para amenizar fiestas y parrandas mediante la
ejecución de folklore de otras islas como isas y folías e incluso folklore
sudamericano o pop español (más modernamente).
En 1643 el Cabildo acuerda que la imagen de María
Santísima Nuestra Madre y Señora de los Reyes sea la patrona titular de las
aguas y de la langosta, obligándose a través de un voto a una peregrinación
anual a celebrar el día de 6 de enero. Un siglo más tarde, en 1741 se acuerda
celebrara el traslado de la imagen desde su ermita de La Dehesa hasta la parroquia
matriz de la Concepción
de Valverde cada 4 años. Durante dos siglos y medio se ha cumplido el voto
excepto en 1937, que se interrumpió debido a la guerra civil. Hoy día se celebra
a finales de junio o principios de julio, a lo largo de un recorrido de 40 kilómetros, que se
inicia de madrugada en la ermita de la dehesa y finaliza al anochecer en
Valverde. Actualmente pasa por los pueblos de Sabinosa, El Pinar, El Golfo,
Isora, San Andrés, El Norte y Valverde. Los bailarines desfilan ataviados con
el traje del baile de la virgen, acompañados de sus chácaras, en dos hileras.
Van y vienen conducidos por los guíos hasta aproximarse a los tocadores de pito
y tambor que van delante de la
Virgen interpretando los diferentes toques del baile
(Rodríguez, 2008).
La leyenda sitúa la aparición de la Virgen en el año 1546,
cuando un 6 de enero (de ahí el nombre de Virgen de los Reyes) apareció un
barco en la Bahía
de Orchillas que iba rumbo a América y, al verse necesitado de víveres para
proseguir el largo viaje, la tripulación intercambió la sagrada imagen con los
pastores de la comarca de La
Dehesa, quienes les abastecieron de lo necesario para cruzar
el Atlántico. La Virgen
fue puesta en las cuevas del Caracol, y hacia el año 1577 construyeron la
ermita con los propios donativos de los pastores; fue un 25 de abril, fecha en
que se celebra la Fiesta
de los pastores.
En 1614, a causa de una
terrible sequía que azotaba la isla, los pastores trasladaron a la Virgen en romería, durante
cuarenta quilómetros, desde su ermita hasta la Cueva de Lemus, en Valverde, y cuentan que
"el milagro de la Virgen"
hizo que aparecieran las lluvias que tanto imploraban los pastores.
Posteriormente, el 24 de diciembre del año 1643, la Virgen de Los Reyes fue
proclamada patrona de la isla.
En 1741 se decidió oficialmente realizar la Bajada cada cuatro años. Y
en 1745, por primera vez, se llevó a cabo la primera romería desde la ermita de
la Dehesa
hasta Valverde, con la participación de todos los pueblos de la isla. Un
momento histórico también, se produciría en 1957, año en que, por vez primera,
se realiza la Bajada
de la Virgen a
El Golfo. El trayecto de la romería abarca un recorrido de cuarenta kilómetros,
desde La Dehesa
hasta Valverde, pasando por toda la cumbre del Valle de El Golfo, por la meseta
de Nisdafe, hasta llegar a Valverde, capital insular, tardando alrededor de
quince horas aproximadamente en realizar el recorrido.
A las cinco de la mañana se realiza
una misa en su ermita; luego, la acompañan a hombros de las autoridades hasta La Piedra del Regidor, donde
les entregan la Virgen
al pueblo. El pueblo de Sabinosa, acompañado de su santo patrono, San Simón,
inicia el largo recorrido, sobre las 6 de la mañana, tocando y bailando a la Virgen durante toda su raya[2], que
termina en Binto, hacia las nueve más o menos. Allí la recoge el pueblo de El
Pinar (con San Antón), para sentarla en La Cruz de los Reyes hacia las doce del mediodía.
Durante las dos rayas de Sabinosa y El Pinar, que se corresponden con el paso
por el filo de la Cumbre
de El Golfo, se realizan pequeñas paradas (como en La Gorona, en la Cruz de los Humilladeros),
donde se le da la vuelta a la
Virgen y se le muestra el Valle del Golfo (al Norte de la
isla) para que vislumbre el hermoso panorama.
Se hacen las venias correspondientes
y se sigue hasta la Cruz
de los Reyes, donde se llega sobre las doce del mediodía. Pero al bajar la
procesión por las faldas de Malpaso, empieza el primer punto conflictivo de La Bajada: los bailarines del
resto de la isla (El Golfo, San Andrés, Isora, El Barrio y Valverde) con sus
santos respectivos (San Salvador, San Andrés, San José, San Pedro y San Isidro)
quieren acudir al encuentro de la
Virgen; los piñeros junto con los gaveteros (dos pueblos,
Pinar y Sabinosa, que siempre se han llevado bien) no permiten que nadie de
otros pueblos baile en su raya. La polémica surge incluso mucho antes del día
de La Fiesta
de la Bajada,
por medio de negociaciones en las que difícilmente se llega a un acuerdo.
Salvada la interrupción y, una vez que llega la Virgen al pie de la Cruz de los Reyes, se hace un
descanso hasta las tres de la tarde aproximadamente, para decirle a la Virgen una misa de campaña,
recitarle las características loas y almorzar. Allí están congregados la mayor
parte de los romeros de toda la isla, muchos de los cuales se suman a la
romería y acompañan a la Virgen
en su procesión caminando, en bestias mulares...
Todavía estamos en la raya de El
Pinar, pero sólo unos minutos porque los piñeros cedieron a El Golfo (y más
concretamente al Grupo de Tejeguate) en la Bajada de 1977, un trozo de su raya (desde el
Barranco de los Cepones hasta el cruce de la carretera de la Dehesa), aspecto este
último que origina siempre un segundo punto problemático dentro de la Bajada, porque hay, por
parte de los de El Golfo, quienes opinan que esta raya es insuficiente, y hay
quienes reclaman la verdadera raya de El Golfo que llegó a perder por haber
dejado de acudir a La Bajada
alguna vez por falta de bailarines. Otros alegan que El Golfo nunca tuvo raya,
porque siempre fue un pueblo nómada, formado por herreños de otros pueblos que
se iban "de mudada" para El Golfo en el verano, sin que vivieran fijo
todo el año en el valle.
En El Pinar, nada más retomar a la Virgen, tocan el tajaraste
y encaminan la romería hacia La
Mareta donde esperan los de Isora ("los moros").
Los de El Pinar quieren aguantar la
Virgen un poco más en su raya y tocan el tajaraste que es un
baile más bien lento; mientras que los de Azofa se impacientan porque la noche
se les echa encima y hay que apurar y acelerar la marcha. Tocarán y bailarán a la Virgen hasta Las Cuatro
Esquinas donde esperan los de El Barrio (con San Pedro) y estos proseguirán con
la procesión hasta Los altos de Tejegüete, donde estarán los de Valverde, ya
casi entrada la noche. Ya anocheciendo la Virgen ya llega a su trono, donde se le festejará
durante un mes (hasta la Subida;
otra vez el mismo recorrido pero en sentido inverso), siendo trasladada a los
diferentes pueblos (Mocanal, San Andrés, El Pinar e Isora; en los últimos años
a El Golfo) donde pernoctará la
Virgen y donde se le harán festejos.
Vemos así que la Bajada es una fiesta
multitudinaria en la que participan todos los pueblos de la isla, a la que
acuden numerosos visitantes y emigrantes de otras islas e incluso del
continente americano. Pese a los cambios que ha habido en las costumbres y
formas de vivir de la sociedad herreña, apenas se ha alterado el fervor y la
manera de celebrar esta entrañable fiesta que sigue convocando a la totalidad
de los herreños de dentro y fuera de la isla y que atrae cada vez más a un
numeroso público extranjero, deseoso de conocer y disfrutar de una de las
fiestas más puras y ancestrales de todo el territorio nacional.
Los
toques de la Bajada
de La Virgen
Bailar a la Virgen, durante los
cuarenta kilómetros que, aproximadamente, abarca el recorrido de la Bajada, no significa -como
es costumbre interpretar a la ligera- que los bailarines expresen su júbilo
dando brincos y saltos en un monótono sonar de tambores y pitos. El Baile de la Virgen lo componen muchos y
diferentes toques, tan variados entre sí, como funcionalmente distintos, que
acompañan y enriquecen la gran fiesta de la Bajada: santodomingos, redondos, contradanzas,
jullonas, paso-cumbre y tajaraste, y dentro de cada uno de ellos habría que
distinguir distintas variantes que corresponden, o bien a pueblos diferentes de
El Hierro, o bien a tocadores diferentes, muchos de los cuales hoy
desconocemos.
Ejemplos de toques de pito son los siguientes:
Ejemplos de toques de pito son los siguientes:
1. Santodomingo
2. Redondos: canqueo; redondo 1º;
redondo 2º (de D. Gregorio Padrón); redondo 3º; redondo 4º (redondo sencillo o
de los Valentines); redondo 5º (Redondo floreado de Mariano); redondo 6º
("Toque de David, de El Pinar" y "Toque de Valentín Cejas, de El
Golfo"); redondo redoblado; redondo 9º.
3. Contradanza: Contradanza sencilla
y contradanza redoblada.
4. Jullona: La jullona y El
Tirintintín (de Tejeguate)
5. El paso-cumbre
6. El tajaraste
7. El tango: Tango herreño (de
Sabinosa y El Golfo) y tango antiguo (de El Pinar)
Como ya se ha comentado, la venia
suele preceder al Santo Domingo. El tocador de pito, el mandador, marca el
momento en que los bailarines han de poner la rodilla en tierra y dar vivas a la Virgen con el mismo pitido
con el que avisa a los bailarines y tocadores de que va a empezar o acabar el
Baile. Actualmente, no obstante, suelen enlazarse algunos toques, como son los
redondos, sobre todo, para que el baile no se interrumpa con pausas o
silencios.
Los tocadores de pito y tambor interpretan los toques
que el grupo de bailarines –que portan sus chácaras- han de bailar en el largo
trayecto que dure la procesión. La música suele iniciarse con un toque o
llamada de atención a cargo de un pito. Cada raya tiene su jefe de pitos, el
mandador, tocador veterano y experto, responsable de elegir y cambiar los
toques a interpretar. Debe ser conocedor de la fiesta y debe también estar
pendiente de los guíos porque sólo cuando ellos lleguen al pie de la música (de
los tocadores) y de la bandera, se deben hacer los cambios, los cuales deben de
hacerse en función de diversos factores como por ejemplo las necesidades del
terreno, de la entrega o recogida, e incluso del cansancio de los bailarines.
Los cambios deben realizarse sólo y exclusivamente cuando los "guíos"
(pareja de bailarines que está a la cabeza del baile) lleguen al pie de donde
estén situados los tocadores y la venerada imagen. Cambiará el toque “según la orografía elegirá uno que lleve
menos vueltas, si es estrecho, o más lento, si es más cansado, o si hay más
público alguno que ayude a lucirse a los bailarines… Con las primeras notas ya
se sabe, se pone cerca de los tambores y les hace un gesto” (David Díaz
Reyes, tocador de pito, recogido el 15 de agosto de 2008).
Suele existir mucha competencia entre
los grandes tocadores, piques y, en general, se manifiesta una ilusión
desmedida por tocar con el pueblo, junto a los paisanos y para la Virgen de los Reyes, la
patrona de los herreños.
Los tocadores de pito son de diez a
veinte, lo que provoca que se marque un ritmo de tambor fijo y uniforme para
llevar la música más o menos correctamente, con lo cual el pito y las chácaras
quedan al servicio del tambor y no al revés, como solía ser antiguamente.
El tambor se cuelga del hombro derecho, cruzado con la
correa y apoyado en la cadera izquierda (a no ser que se sea zurdo). Hay
algunos tamboreros que en vez de tocarlo de frente, horizontalmente y golpeando
los palos hacia adentro, lo sitúan en posición casi vertical con el cuero del
tambor hacia el cielo, y lo golpean de arriba a abajo, permitiendo que el golpe
con la mano derecha sea más contundente y más estruendoso, aunque ello provoque
la inutilización del palo izquierdo y, por consiguiente, la ausencia de redoble
en el acompañamiento.
Según Padrón (1997), pocos tocadores,
como don Benito Padrón, golpean el palo derecho y el izquierdo a la vez, en
determinados toques como en el Canqueo o en el Santo Domingo. Es una peculiaridad
que raras veces se ve y que permite aumentar la potencia del golpe de tambor de
tal manera que el palo izquierdo se suma al palo derecho y, conjuntamente,
realizan la misma función, provocando mayor armonía musical y un acompañamiento
más acorde con el redoble del pito.
Como antiguamente los pitos solían
ser pocos, uno, dos o, a lo sumo, tres por cada pueblo, cada tocador podía
lucirse más en el toque que interpretaba. Cuando tocaba uno, el otro intentaba
seguirlo, lo relevaba y siempre había una cierta homogeneidad en la música, una
mayor armonía. También los pitos solían ser del mismo ancho y sonaban más
agudos. En opinión de algunos habría que tener más cuidado hoy día al construir
los pitos para lograr más homogeneidad, ya que al haber aumentado los
tocadores, y con el número de tocadores las diferencias entre ellos, a veces
suena demasiado desigual: “cuando habían
cuatro pitos en la isla no podían estar de acuerdo. Uno era de San Andrés y
otro de El Pinar y otro de Sabinosa y eran pastores y si había una procesión en
Frontera, bajaba uno de El pinar y otro y cada uno tenía el pito a su manera y
tocaba como lo tenía. Pero eso no justifica que ahora se haga así porque al
oído no va bien… llega un momento que ni oyes la música, no la aprecias”
(Juan Fleitas, de la Asociación Folklórica
Joapira; recogido el 14 de agosto de 2008).
Muchos recuerdan los viejos tocadores
de pito: Don Valentín Cejas, Don Gregorio Padrón, Mariano...; todos tocaban
juntos, pero ninguno lo hacía igual. Don Valentín Cejas tenía un estilo llano,
sencillo, sin excesivos redobles, las notas claras y agudas como correspondía a
su pito de metal fino. Don Gregorio tocaba más bien lento, pausado, pero hacía
gala de una capacidad inventiva singular y demostraba conocer muchas variantes sobre
un mismo redondo; se le veía un creador e inventor de melodías. Mariano fue el
último de los tocadores de pito más grandes que ha tenido la isla de El Hierro.
"Mucho pasto en Nisdafe...", solía decir, cuando se le preguntaba
acerca de cómo podía soplar con tanta intensidad aquella flauta negra que él
mismo acondicionó como pito o de dónde había sacado tal o cual redondo. Sus
toques preferidos eran los redoblados, tanto redondos como contradanzas
(Padrón, 1997).
El baile se inicia con el Santo Domingo. Es el toque por
excelencia para bailar ante la
Virgen, y es interpretado en los puntos cruciales de la Bajada; cuando se hace, por
ejemplo, la entrega o recogida de la
Virgen en las rayas. Ya se ha comentado que el Santo Domingo
suele introducirse con la venia o reverencia que se le hace a la imagen: con la
rodilla en tierra y a un toque de pito, los bailarines saludan, después de un
breve silencio, a la Madre
y, con un "¡Viva la Virgen!",
comienza el baile. A partir de este momento la música que se interprete,
correrá a cargo de los tocadores de pito, sobre todo, de los jefes de pito o
mandadores.
Una diversidad de redondos se va
sucediendo conforme la romería va avanzando. Actualmente, con el nombre de
"redondos" se conocen una serie de toques, melódicamente distintos,
pero acompañados de un ritmo vivo y fijo de tambor, que permite a los
bailarines lucirse y aligerar la marcha. Entre los muchos redondos inventados
por tocadores de pito famosos, destacan algunos especialmente conocidos, como
el llamado redondo redoblado, donde el redoble que ejecuta el tocador, ya sea
de pito o de tambor, es fundamental para mantener la armonía del baile.
Requiere experiencia y alarde en el manejo de los instrumentos musicales y ha
sido motivo de peleas por "desafinar"; en esos casos, se acostumbra a
restablecer la armonía musical con el grito de "¡Oreja!", que alerta
a los tocadores, para que "cojan el ritmo" (Padrón, 1997).
Todo ello ha derivado en el hecho de
que hoy sea el tambor herreño el que marque, independientemente del pito, el
compás de la música y el ritmo del baile. Tradicionalmente, en el Baile de La Virgen, el tambor herreño
se ha ejecutado con dos palos golpeados con sendas manos (no ocurre lo mismo
cuando se ejecuta el Vivo, el Santo o el Tango). El palo de la mano derecha es
el que manda y el de la izquierda repica. Maja el derecho y se redobla con los
dos, pero es el derecho el que lleva todo el peso del ritmo. Pero, de acuerdo
con Padrón (1997), actualmente casi se ha perdido el redoble de la zurda, de
modo que el redoble apenas se escucha, sólo se percibe el tom-tom del palo
derecho. De esta manera, al golpear el tambor fundamentalmente con una sola
mano, el compás de la música se hace más ligero, se vuelve más rápido el ritmo,
debiendo los bailarines ejecutar los movimientos también mucho más rápidamente
e impidiendo que puedan lucirse en el baile en función de la melodía que
ejecuta el tocador de pito. No obstante, y de acuerdo con este autor, un buen
tocador de tambor marca el ritmo que le impone el pito y no al revés. Es el
tocador de pito el que debe lucirse exhibiéndose en cada una de las notas que
componen la melodía que interprete, el tamborero debe acompañar con el tambor
sin perder el compás.
Con respecto a los tocadores de pito y tambor, habría
que significar que han perdido la fama y la popularidad que tenían en otros
tiempos (sobre todo, los de pito), cuando eran menos (dos o tres por cada
pueblo) y exhibían sus cualidades en la ejecución e interpretación de los
distintos toques que conformaban el Baile de la Virgen. En la
actualidad, la gran cantidad de tocadores de pito y de tambor, obliga a reducir
la variedad de redondos e impide el lucimiento y la demostración de las
florituras y variantes que cada tocador, a nivel particular, pueda exhibir.
Padrón (1997) nos ofrece una
interesante descripción de los principales bailes y toques y sus
características. En cuanto a los bailes, uno de los redondos más usados en el
Baile de la Virgen
es el denominado canqueo, aunque también suele identificarse -como ocurre con
otros muchos- con el nombre genérico de redondo. El ritmo que imponen los
redondos es el adecuado para apresurar y aligerar la marcha en la Bajada. Hay, por contrapartida,
otros toques, como la contradanza, que retrasan el buen paso de los romeros,
pero ello tiene una explicación lógica dentro del baile. La contradanza
mantiene un ritmo más lento y pausado que el resto de los toques. Es un baile
de procesión ejecutado para bailar en las pendientes, sobre terrenos impropios
para la buena práctica del baile o cuando los bailarines están excesivamente
agotados; es, en definitiva, una danza para el descanso de la comitiva.
Existen, por otro lado, dos tipos de contradanza, salvando las variantes que
cada tocador en particular pueda añadir: la contradanza sencilla, que es la más
usual, y la contradanza redoblada, menos usada por su mayor complejidad.
La jullona es el baile más movido y
alegre de todos. Se acostumbra a tocar cuando los bailarines llegan a lugares
céntricos y concurridos. Existen varias modalidades de jullona, representativas
cada una de ellas de pueblos diferentes. Así tenemos la jullona de Tejeguate o
El tirintintín, la del Pinar o Sabinosa y algunas variantes más, propias de
algún tocador de pito en particular. Gran fama de esta modalidad poseen los
bailarines del Barrio, por la agilidad de sus movimientos y espectacularidad,
llegando a bailar las parejas a ras del suelo, en cuclillas.
El Tajaraste es un toque inventado en
el pueblo del Pinar. Su ritmo pausado, unido a la manera jocosa de danzar de
los bailarines, tiene algo de picaresco y burlón. Quizás sea esto lo que haya
propiciado su fama y exclusiva relación con el carácter de los piñeros (unidos
como una "piña"), al mismo tiempo que haya sido motivo de rechazo por
los demás pueblos. Ya se ha comentado la anécdota que refiere la utilización de
este toque para retrasar la entrega de la virgen cuando los del Pinar bailan su
raya en la Bajada. Una
modalidad del tajaraste es el paso-cumbre, bailado -como su propio nombre
indica- en la cumbre del Valle del Golfo, adoptando un ritmo musical y una
forma de baile muy similares a las del tajaraste piñero.
Un elemento importante en la configuración del Baile de la Virgen lo constituyen los hiyides o hijides, que son gritos que frecuentemente lanzan las mujeres para expresar su regocijo y su júbilo por la fiesta de la Bajada.
Un elemento importante en la configuración del Baile de la Virgen lo constituyen los hiyides o hijides, que son gritos que frecuentemente lanzan las mujeres para expresar su regocijo y su júbilo por la fiesta de la Bajada.
Dentro de los toques del baile de la Virgen, el Santodomingo es
el baile más importante, porque tiene una función primordial dentro de la
fiesta. No se sabe nada acerca de la relación de este toque del baile de la Virgen con el Santodomingo
que se conoce en el resto de las islas. En primer lugar, siempre se suele
comenzar el baile de la Virgen
con el santodomingo; en el momento de hacer la venia a la virgen o a cualquier
santo, se toca el santodomingo; si hay que bailar dentro de una iglesia (al ir
a sacar a la virgen o a los santos en procesión) siempre se toca el
santodomingo, jamás se toca un redondo o una jullona dentro de la iglesia, sólo
cuando se haya salido al exterior, nunca dentro; si se trata de levantar o
sentar la virgen en los puntos cruciales de La Bajada (como la Cruz de los Reyes) o en las
procesiones (plazas, altares, etc.), siempre se llevará a cabo con un
santodomingo; los vivas a la
Virgen se prodigan más cuando se toca y se baila el
santodomingo. En definitiva, constituye el primer toque por excelencia del
baile de la Virgen
y es, al mismo tiempo, el más conocido de todos los herreños, hasta el punto de
que la mayoría de la gente, dentro y fuera de la isla, identifican el toque del
santodomingo con el genérico nombre del baile de la Virgen. Pese a las
variantes que ofrece, no ha existido nunca ningún problema para tocarlas
conjuntamente, porque hay tocadores de pito que prefieren acabar
"abajo", en el DO grave, y otros que prefieren "arriba", en
DO agudo o alto. El tiempo es el mismo en todos.
Todos los toques que se tocaban y
bailaban en la comarca de La
Dehesa, durante La
Bajada, eran llamados genéricamente, redondos.
"Dehesa" es sinónimo de "redondo". Un redondo (o una
redonda) es una comarca, una dehesa o un coto de pasto. Posteriormente y debido
a la necesidad de diferenciar algunos de los más característicos, se utilizaron
para denominarlos nombres que tenían que ver con la particular forma de bailar
o danzar, con el ritmo más lento o más rápido, con el redoble que imprimía el
tambor, pero, sobre todo, con la relación semántica que tenían con respecto a
la manera de avanzar de los bailarines y la rapidez o lentitud de la marcha de
la procesión. Así, por ejemplo, si canqueaban, era como si fueran de paseo o de
canqueo (canqueo); si "juían", era como si echaran a correr o a
"juir" (jullona); si contrarrestaban el buen paso de los romeros, se
frenaba la marcha y se hacía voluntaria pero necesariamente una contradanza; si
marchaban por veredas y senderos estrechos de la cumbre que imposibilitaban el
baile en pareja, caminaban en fila y se tocaba el paso-cumbre, que era una
pieza eminentemente musical y no coreográfica... Por todo ello, los redondos
constituían una pieza importante en el baile de la Virgen que se bailaba en la Dehesa (o la redonda); era
la música la idónea para avanzar a buen ritmo en La Bajada y llegar
puntualmente a las rayas, para hacer los relevos y proseguir camino de Valverde
para llegar antes del anochecer.
De acuerdo con esto, el canqueo es un
redondo que se asemeja a una persona que va de canqueo o de paseo, es decir,
bailando hacia un lado y hacia otro como quien está de diversión. Actualmente,
entre los tocadores, el "canqueo" es el baile en el que parece que se
está canquiniando, como cuando alguien pega un tropezón y sale dando tumbos y
parece que va a caerse pero no se cae. El canqueo constituye el más popular de
los redondos, diferenciándose por su particular manera de danzar y por el hecho
de que los bailarines procuren dar las vueltas a un tiempo, bailando
uniformemente, cosa que no ocurre con los otros redondos.
En el redondo redoblado el tambor se
redobla al mismo tiempo que redobla el pito. De acuerdo con Padrón (1997),
últimamente no se prodiga mucho, porque es uno de los pocos redondos que exige
el manejo de los dos palos del tambor (mano izquierda y mano derecha) y
actualmente es frecuente la inutilización del palo zurdo.
En este momento es cuando se incluye
una contradanza. Se llama así porque constituye un freno o un cambio radical de
ritmo; los redondos dan a la danza un ritmo rápido, alegre y efectivo para
hacer avanzar a la comitiva; mientras que la contradanza, lo que hace es
interrumpir ese ritmo jubiloso y propiciar una especie de intervalo para el
descanso.
Lo importante de la Bajada es que durante el
traslado de La Virgen
no se deje en ningún momento de mostrarle el júbilo y la alegría mediante el
baile y la música, que no se deje en ningún momento de bailar o de tocar; y
como es imposible mantener el ritmo rapidísimo que imprimen los redondos a la
danza, antes que dejar de tocar y parar, se toca una contradanza, que permite
al mismo tiempo descansar, reponer fuerzas, y no se interrumpe la música ni el
baile.
Así que se toca cuando el terreno no
es adecuado para la práctica del baile y de este modo los bailarines se limitan
a caminar simplemente (aunque sin dejar de tocar las chácaras) y la música
cobra protagonismo, sobre todo el pito, que marca una melodía pausada, lenta,
aunque no exenta de redobles y florituras, que los tambores acompañan con un
palo solo a ritmo de procesión solemne y redoblando a cada vuelta, lo que
permite también el descanso de los tamboreros.
La
Bajada
continúa con la jullona, que parece ser que tiene que ver con huir y tiene que
ver con la relación que tiene la forma de bailar con el "echar a
juir", que se diría vulgarmente. Al toque del pito, se repiten
constantemente los movimientos de intentar echar a correr (o a huir), dando
tres pasos hacia adelante que se interrumpen en una parada en seco, para luego
proseguir con otros tres y así sucesivamente. El baile de la jullona, podría
tener entonces, de acuerdo con Padrón (1997), una relación metafórica con el
acto de "huir"...
De acuerdo con Padrón (1997), entre
los herreños existe la creencia de que el tajaraste fue un toque inventado en
el pueblo de El Pinar para aguantar un poco más la Virgen en su raya, de tal
manera que mientras los de Azofa esperan impacientes en La Mareta la llegada de la Virgen, los del Pinar,
cuando ven que se está aproximando la entrega, tocan el tajaraste para provocar
las iras de los de Azofa. El disfrute, la arrogancia y el orgullo de los
piñeros al bailar el tajaraste, lo han convertido en un toque especialmente
significativo para los sureños; por otra parte, ha sido excluido del repertorio
de los demás pueblos de la isla. En el tajaraste cobran importancia los
repiqueteos de las chácaras y las vueltas de los bailarines con las manos en
alto; el pito y los tambores marcan un ritmo más lento que los redondos, no
tanto como la contradanza, pero sí muy parecido al paso-cumbre; los bailarines
van entonces casi caminando, dando pasos largos, aunque eso ocurre sólo en unos
cuantos compases, porque inmediatamente que redobla el pito, redoblan los
tambores, repiquetean las chácaras, los bailarines alzan sus manos y dan
vueltas al unísono, lo que lo configuran como una pieza original y de gran
belleza dentro del baile de la
Virgen (Padrón, 1997).
El paso-cumbre tiene cierta similitud
con el tajaraste de El Pinar, tanto en el ritmo de los tambores como en la
forma de bailarlo, a excepción de las vueltas, ya que en el paso-cumbre se
mantiene constantemente el mismo paso. El nombre con que se le conoce tiene que
ver con el camino de la cumbre -en El Golfo- y, más exactamente, en las veredas
estrechas y casi intransitables, donde los bailarines no pueden ir en pareja, y
avanzan en fila tratando de mantener el ritmo con sus pasos acompasados, pero
sin saltar ni brincar, ni dar vueltas. Por eso el paso-cumbre es demandado por
los guíos y por los tocadores cuando comprueban que el terreno no es adecuado
para el baile. Así, los bailarines pueden reponer fuerzas y cobra importancia
la música y especialmente los instrumentos musicales, redoblando continuamente
el tambor y las chácaras al son de una melodía muy parecida al tajaraste que es
ejecutada por los pitos.
Algunas
consideraciones sobre la evolución del Baile de la Virgen
Antiguamente, los diferentes grupos
de bailarines que participaban en La
Bajada y en las diversas fiestas religiosas de la isla,
aglutinaban a todos aquellos hombres de cada pueblo, que tradicionalmente
formaban pareja.
A mediados de siglo, por ejemplo, en el Golfo, participaban en el Baile de la Virgen, más bien los hombres casados, mientras la juventud prefería ir a los bailes de casino. Don Benito Padrón comenzó en el folclore haciendo pareja con su padre, don Ramón Padrón, que bailaba muy bien el tango con Juan Padrón el de La Ladera. Don Benito se encargaba de organizar a los bailarines para ensayar por la Noche Buena. No obstante, a la Bajada iba todo el pueblo y participaba y bailaba como algo natural, consustancial a la vida de los herreños, lo mismo que solía suceder en todas fiestas locales.
A mediados de siglo, por ejemplo, en el Golfo, participaban en el Baile de la Virgen, más bien los hombres casados, mientras la juventud prefería ir a los bailes de casino. Don Benito Padrón comenzó en el folclore haciendo pareja con su padre, don Ramón Padrón, que bailaba muy bien el tango con Juan Padrón el de La Ladera. Don Benito se encargaba de organizar a los bailarines para ensayar por la Noche Buena. No obstante, a la Bajada iba todo el pueblo y participaba y bailaba como algo natural, consustancial a la vida de los herreños, lo mismo que solía suceder en todas fiestas locales.
Hoy día no ocurre lo mismo; de
acuerdo con Padrón (1997), sería un desastre si se le permitiera al pueblo la
libre participación, porque la organización de esas fiestas se vería
desbordada. En la Bajada
hace veinte o treinta años casi no había bailarines ni tocadores del Baile de la Virgen. Hoy se cuentan
por centenares. Jamás, en la historia de El Hierro ha habido una participación
tan numerosa de bailarines y tocadores en la Bajada como en estos momentos. La pervivencia de
la fiesta de los herreños está garantizada para el futuro. Se ha enriquecido,
ha ganado en todos los sentidos y su conocimiento se expande y traspasa las
fronteras de la isla para ganar curiosos y fervientes seguidores del tambor, el
pito y las chácaras.
Si se observa la evolución de los
distintos elementos que integran el Baile de la Virgen se aprecia la
pérdida o la variación, con el paso de los años, de partes o elementos
constitutivos de esta danza ancestral.
Antes, los bailarines salían de sus casas luciendo sus mejores galas: joyas tales como cadenas, medallas y crucifijos cosidos en la parte frontal de los gorros de plumas o de flores de papel; trajes hechos de retales y sacos de azúcar y las alpargatas blancas de toda la vida: “la ropa del bailarín es personal, antes no había gorros iguales porque el gorro lo adornaba la madre, o la novia o la hermana del bailarín, a su manera, con flores naturales y las joyas de la familia. Eso era antes así. Era personal y sólo se usaba ese día, con las flores de la temporada, que luego se marchitaban y sólo eran para ese día.” (Juan Fleitas de la Asociación Folklórica Joapira; recogido el 14 de agosto de 2008).
Antes, los bailarines salían de sus casas luciendo sus mejores galas: joyas tales como cadenas, medallas y crucifijos cosidos en la parte frontal de los gorros de plumas o de flores de papel; trajes hechos de retales y sacos de azúcar y las alpargatas blancas de toda la vida: “la ropa del bailarín es personal, antes no había gorros iguales porque el gorro lo adornaba la madre, o la novia o la hermana del bailarín, a su manera, con flores naturales y las joyas de la familia. Eso era antes así. Era personal y sólo se usaba ese día, con las flores de la temporada, que luego se marchitaban y sólo eran para ese día.” (Juan Fleitas de la Asociación Folklórica Joapira; recogido el 14 de agosto de 2008).
Posteriormente, y quizás influidos
por las modas de otros grupos "capitalinos" de fuera, decidieron
imitarlos y uniformaron al grupo, con pantalones, camisa, zapatillas deportivas
y gorros iguales, perdiéndose la autenticidad y la originalidad que antes
existía. Hoy ha desaparecido la creatividad propia de cada bailarín, y en el
baile se ha intentado homogeneizar los pasos y las vueltas, y los movimientos
en general. Con respecto a los tocadores de pito y tambor, habría que
significar que han perdido la fama y la popularidad que tenían en otros tiempos
(sobre todo, los de pito), cuando eran menos (dos o tres por cada pueblo) y
exhibían sus cualidades en la ejecución e interpretación de los distintos
toques que conformaban el Baile de la Virgen. En la actualidad, la gran cantidad de
tocadores de pito y de tambor, obliga a reducir la variedad de redondos e
impide el lucimiento y la demostración de las florituras y variantes que cada
tocador, a nivel particular, pueda exhibir. Se ha ido perdiendo la nitidez y
claridad melódicas del pito. Ha desaparecido el redoble del tambor (apenas es
la mano derecha y el palo derecho, en este caso, el que se usa) y las chácaras
casi no majan, sino que repican monótonamente cuando lo lógico es majar y
repicar en función del toque. Así, con el tiempo, los tocadores de pito han ido
en aumento y ahora son diez o quince o veinte, lo que provoca que se marque un
ritmo de tambor fijo y uniforme para llevar la música más o menos
correctamente, con lo cual el pito y las chácaras quedan al servicio del tambor
y no al revés, como solía ser antiguamente.
Las mujeres nunca formaron parte del
grupo de bailarines porque eran otros tiempos y su papel quedaba reducido a
tareas domésticas y poco más. En la actualidad, se han integrado en el grupo de
tocadores y bailarines y a la fiesta de manera activa.
EL TANGO HERREÑO
El motivo de incluir el tango en este
trabajo viene dado por la relevancia que tiene el toque del pito en esta pieza.
Fuera del baile de la Virgen,
no hay ninguna otra pieza en la que se emplee el pito herreño; a excepción del
tango.
El tango o baile de tango herreño es
una pieza de baile exclusiva de la isla que se ejecuta bajo una compleja
coreografía, con acompañamiento de chácara, tambor y pito. La letra de la
canción es interpretada generalmente por una persona de media edad, casi
siempre la misma que toca el tambor, a la que se conoce como la “danza” si es
una mujer (Padrón, 1997). De esa voz destaca la reiteración de la palabra “nai”
y la supuesta onomatopeya “tiriri-tiri”.
En la danza intervienen varias
parejas enfrentadas y sueltas y se desarrolla en un conjunto de zapateos o
mudanzas. Rodríguez (2008) destaca el contraste entre la participación del
hombre y de la mujer; los hombres saltan en un esfuerzo vigoroso e incesante,
realizando continuas variaciones llamadas “resacas”, y las mujeres realizan
giros con formas delicadas y sencillas.
Antiguamente se interpretaba los
domingos y días festivos o al terminar las tareas agrícolas. Con la llegada de
nuevos estilos a la isla a finales del siglo XIX y comienzos del XX,
principalmente de la mano de los indianos que impulsaron la afición a los
bailes de cuerdas y bailes como la berlina o la mazurca, casi desaparece el
baile del tango. Uno de los impulsores de este baile, que se preocupó porque no
se perdiera fue José Rodrígo Vallabriga, de Sabinosa.
Impresionante. Gracias.
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